SOY...

Me llamo Joaquim Toset Masdeu, y nací en Reus en 1987.

Cuando trato de responder a la pregunta me doy cuenta de que, por suerte o por desgracia, soy muchas cosas. Pero hace ya muchos años que decidí que, a pesar de que la vida y la realidad sean una moneda con dos caras, tú puedes elegir cuál de ellas quieres utilizar para la apuesta. Así que me agarro siempre a la suerte y no a la desgracia, y saco lo mejor de todas partes siempre que puedo.

Los campos profesionales que trabajo comprenden la traducción, la corrección, la escritura creativa, el doblaje y la veterinaria. Para evitar que me estalle en la cara ese refrán que dice «quien mucho abarca, poco aprieta», he decidido mezclar todas mis habilidades y obtener lo mejor gracias a la especialización. Así pues, podríamos colocar la traducción y corrección por un lado, la escritura creativa por otro, la veterinaria navegando entre ambas, y el doblaje como un tesoro encontrado por el camino.

En cuanto a la traducción y corrección, estoy especializado en los ámbitos audiovisual (guiones para doblaje de series, películas y documentales), de localización de videojuegos, literario (cómic, narrativa de ficción y de no ficción) y científico (divulgación, libros de texto y bibliografía relacionada).

A lo que escritura creativa se refiere, me muevo entre la novela, la narración corta, el microrrelato, el guion de cómic, la poesía y el cuento infantil.

Por último, mi formación de voz me permite solventar todo lo que se engloba dentro del doblaje y la locución.

Y es que me mueve una pasión por la lengua que estoy convencido de que nació antes que mi capacidad de hablar. Mi abuelo me enseñó que la lengua no solo es un medio para comunicarnos, sino que también ofrece un sinfín de posibilidades creativas que nunca me cansaré de explorar, sea a base de juegos de palabras, chistes semánticos, reflexiones retorcidas, verbalización de ideas abstractas o transmisión de historias. Fue él quien me agudizó los sentidos para detectar y aprender la magia de las palabras. Fue él quien me mostró su belleza y capacidad de sorprender. Fue él quien me entregó un testigo que protejo con el alma, que llevo con orgullo día tras día y que no pierdo ocasión para hablar de ello con los ojos brillantes.

Por tanto, soy un pesado, por qué negarlo, pero un pesado con orgullo. Quien me conoce (y me sufre; hola, familia) sabe que no puedo dejar de buscar dobles sentidos y hacer bromas lingüísticas. Y como no puedo evitarlo (ni quiero), he decidido canalizar estas ocurrencias mediante el blog y mis redes sociales.

Por otra parte, en los últimos años he tomado conciencia de lo que las historias significan para mí, tengan el formato que tengan. Me atraen, las exploro, las disfruto y las analizo. Todavía recuerdo cuando de pequeños nos decían que cada vez que abrías un libro te sumergías en otro mundo. Qué gran verdad.

Cuando una historia me gusta, me hace feliz, es así de sencillo.

He jugado a videojuegos más por el gusto de descubrir la historia que por la jugabilidad, que me ha resultado secundaria. He visto películas incontables veces solo para fijarme en ese detalle remoto, o para rememorar esa sensación que me despierta. He mirado series que me emocionan en dual, solo para oír cómo decían los personajes la misma frase, tanto original como doblada. He llorado. He reído. Me ha explotado el pecho. He descubierto cosas que me han cambiado.
Hay quien podría pensar que todo esto es exagerado, que hay que tener los pies en el suelo y comportarse como un adulto. Pero, qué queréis que os diga, yo creo que la vida no va de eso. Porque si nos hace disfrutar, ¿por qué no permitírnoslo? Somos adultos, comportémonos como tales y seamos responsables, pero que nuestro niño interior dé palmas en todo momento, que no son cosas incompatibles.

Los universos imaginarios, los giros de guion, las autorreferencias entre capítulos o las referencias a otras obras, las grandes relaciones románticas, los misterios, las aventuras, los viajes al pasado y al futuro, las reinterpretaciones de la historia, lo que te hace reír, lo que te hace pensar, lo que te da grandes lecciones, lo que hace que te replantees cosas… para mí, es un estilo de vida. Quiero crearlo, compartirlo y transmitirlo para que todo el mundo que quiera pueda sentir lo mismo.

Y por último, también me gusta formar parte de una sección de la ciencia cada día más necesaria: la divulgación. Desde las curiosidades hasta las grandes leyes de la física, todo nos acerca un poco más a la realidad del universo en general, y de nuestra Tierra en particular, lo que debería permitirnos entenderla, valorarla y protegerla. No hace falta ir a buscar los milagros a ninguna parte, que estamos rodeados de ellos.

Así que, en resumen, este es mi grano de arena. Es de muchos colores y lo guardo en un pequeño vial, junto al testigo de mi abuelo.

¿POR QUÉ BEELINGUAE?

Beelinguae nace de la voluntad de crear una marca personal que represente todos mis ámbitos profesionales.

Contiene un juego de palabras, una referencia a las lenguas y a la traducción, un homenaje a la naturaleza y a los animales, y un grito en favor de la ciencia y la protección del medio ambiente, es decir, una pequeña amalgama de todo lo que soy.

Para aclararlo del todo, lo cuento con detalle:

– Bee significa «abeja» en inglés.

– «Linguae» es el plural de «lingua», una palabra latina, ahora adoptada por el inglés, que significa lengua.

– Beelinguae suena igual que bilingüe.

– El eslogan, «pollinate with words», significa «polinizar con palabras», que creo que es una metáfora preciosa de lo que hacemos los traductores y los escritores y, a la vez, de lo que hacen las abejas, de las que dependemos todos.

– Las abejas trabajan en equipo y colaboran entre sí, lo que, como he tenido el placer de descubrir, también hacemos toda la comunidad de traductores.

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